lunes, 27 de octubre de 2014

Como convertir una cámara de exterior PoE en WIFI

Como convertir una cámara de exterior PoE en WIFI
 
Muchos clientes nos preguntan si existe un método fácil y económico para convertir una cámara de exterior PoE en inalámbrica. Hay veces, que los instaladores se encuentran con lugares donde llevar el cable ethernet supone un verdadero problema. Pues bien, ya hay una solución, económica, fiable, discreta y sencilla. Se trata del punto de acceso WIFI exterior de D-LINK, DAP- 3310.
 
DAP-3310
 
Este producto lo compone una antena preparada para el exterior. Por un lado, nos sirve como simple amplificador de la señal WIFI, pero también como red punto a punto. Además es perfecto para las instalaciones de video vigilancia, ya que la antena posee un puerto Ethernet PoE, con lo cual, basta con enchufar la cámara al puerto para alimentarla.
El DAP-3310 sólo mide 48 x 96 x166 milímetros y posee una certificación IPX6, lo que hace que sea resistente a condiciones metereológicas adversas. Es compatible con todos los estándar de WiFi 802.11 b/g/n y llega hasta los 300 Mbps. Utiliza la frecuenta de 2,4 GHz, lo que garantiza una mejor propagación de la señal y menos ruido.
¿Y la seguridad? D-LINK se ha esforzado en ofrecer un cifrado completo para evitar posibles intrusiones, el dispositivo es compatible con cifrados WEP/WPA/WPA2, filtrado MAC y opción Disable SSID Broadcast, que hace invisibles los identificadores y añade un plus de protección frente a intentos de entrada. También incluye soporte para protocolos HTTP y HTTPS y la opción de usar SNMPv1, v2c y v3 en la gestión del aparato.
 
DAP-3310

jueves, 16 de octubre de 2014

Mejora la eficiencia de tu móvil Android paso a paso

Nuestros móviles de última generación y smartphones han llegado a convertirse en dispositivos todo en uno, ejecutando tareas que hace muy poco estaban reservadas a ordenadores de sobremesa. La otra cara de la moneda, es que adolecen de los viejos inconvenientes del entorno de la informática: cuellos de botella y uso excesivo de memoria RAM.
En tan solo cinco pasos, aprenderemos a reconocer estos dos síntomas en nuestro móvil Android, y en la medida de lo posible, paliar estas deficiencias para mejorar la eficiencia, y con ello, la fluidez y rendimiento.
Los sistemas operativos móviles han asimilado de forma eficaz  la multitarea de los nuevos procesadores multinúcleo y los procesos por lotes, dotando a nuestros móviles de una potencia inusitada, tanto para juegos como aplicaciones complejas, aún a costa de utilizar de forma continua recursos como la memoria volátil y aumentar la frecuencia del reloj del procesador. Esto ha dado lugar a que los megabytes de memoria RAM sean objeto de minuciosa observación para aquellos que gusten de tener su dispositivo en las mejores condiciones.

Reconocer el problema


Los primeros indicios de que nuestro terminal adolece de falta de memoria son: ralentización en el apagado y encendido de las aplicaciones más ligeras, interrupciones en juegos o programas que requieran mayores exigencias gráficas, reseteos espontáneos, etc…  Cuando el móvil presenta alguno de estos síntomas es muy posible que sean el reflejo de carencia de memoria debido al llamado “cuello de botella”, esto es, el flujo de datos sufre una congestión durante el paso por los módulos de memoria volátil, y una vez conocido esto, nos pondremos manos a la obra para mejorar la situación.


Una de las aplicaciones más descargadas del Android Market son los conocidos “task killer”, programas destinados a terminar procesos y tareas que permanecen de forma residente en el sistema operativo. En principio es una opción segura para liberar memoria y de ahí su popularidad, pero veremos que no es oro todo lo que reluce.
Android es un sistema operativo basado en Linux, que consigue de forma bastante eficiente y estable desarrollar todas las operaciones habituales de un smartphone, y al igual que ocurre con los ordenadores personales, los programadores tienen muy en cuenta la prioridad en los procesos y la gestión de recursos de memoria, potencia gráfica y almacenamiento, aprovechando incluso la capacidad multitarea de los chips más modernos. Esto quiere decir que el propio Sistema Android se encargará de ir limpiando el sistema, dejando en segundo plano los procesos que no son importantes en un momento preciso pero que deban ser activados de forma inmediata cuando el momento lo requiera.
Por tanto, la primera acción que debemos hacer para mejorar la eficiencia de nuestro móvil es olvidarnos de los “task killers”, desinstalarlos de nuestro sistema, o al menos, no permitir el autoarranque, ya que la eliminación de ciertos procesos o aplicaciones esenciales, producirán un malfuncionamiento, repercutiendo en la fluidez al manejar la interfaz o aplicaciones del móvil.

Las diferentes versiones de Android vienen a implementar mejoras en el rendimiento, añadiendo nuevas funcionalidades, eliminando bugs y puliendo las aristas que pueden surgir en la interacciones con los principales programas y aplicaciones de nuestro Terminal, la mayoría desarrolladas por Google. Esto significa que mantener actualizado nuestra versión de sistema operativo, en la actualidad la 2.3.5, es vital si tratamos de aumentar el rendimiento.
La forma más común de actualización consiste en activar las descargas automáticas desde los servidores del fabricante del Terminal, accediendo y descargando en caso necesario, cualquier novedad lanzada, de forma fácil y casi inadvertida para el usuario. El problema reside en que esta opción no siempre es la más accesible, ya que dependiendo del modelo y marca, los fabricantes están más o menos dispuestos a mantener un compromiso para actualizarlo periódicamente.
Si este es nuestro caso, la solución pasa por descargar manualmente el archivo contenedor de la actualización deseada o incluso el firmware completo más reciente, ya sea desde la web oficial del fabricante o desde otros portales especializados en proveer este tipo de producto. Para instalarlo y aplicar los cambios en nuestro móvil, será necesario acceder al núcleo del sistema, que lo hará posible una aplicación llamada Odin. Explicaremos paso a paso este proceso en un próximo tutorial.
 
Aunque en el paso número 2 se ha desaconsejado  el uso de los llamados “task killers”, esto no supone necesariamente que descuidemos las aplicaciones que corren en segundo plano.

Hemos de asegurarnos que al abandonar cualquier programa, lo hagamos de la forma indicada por el desarrollador, utilizando el comando habilitado al afecto, y no abusando de la tecla retroceso. La aplicación abandonada obviando la opción “salir del programa” guarda una porción de memoria del sistema que puede sernos muy útil para otras operaciones.
Es importante también comprobar  la completa desinstalación de aplicaciones que ya no deseamos conservar. Diversos programas especializados en backups, como TitaniumBackup, hacen posible la desinstalación efectiva de aquellas aplicaciones que se resisten a abandonarnos, dejando residuos en el registro.
Además de todo esto, es recomendable vigilar de forma ocasional, los programas arrancados en el inicio del sistema. Por defecto, Android ejecuta varias aplicaciones que considera tendrán un acceso frecuente, y gracias a programas gratuitos como Autorun Manager, evitaremos que se cuelen otras aplicaciones e incluso juegos, que aportan ningún beneficio ni son abiertos de forma habitual.
Por último, la “prueba del algodón” para verificar si con todos estos pasos hemos mejorado la eficiencia de nuestro terminal, es el llamado testeo de benchmark.
Los benchmark tester son programas especializados que miden la rapidez del hardware en realizar diversas operaciones y cálculos, midiéndolo en intervalos. A la vez que arroja resultados, los comparará con los principales móviles y  smartphones del mercado.
Realizando un testeo antes y después lo anteriormente escrito, obtendremos de primera mano, y de forma cuantitativa, la mejora aplicada en nuestro inseparable dispositivo.